Tradicionalmente, las mujeres siempre han podido intervenir mucho menos tiempo en su vida profesional que los hombres. La existencia de unas costumbres sociales todavía muy arraigadas constituye uno de los principales obstáculos con que se encuentra la mujer para poder desenvolverse profesionalmente. Sin embargo en los últimos años muchas cosas han cambiado en este sentido, y la mujer ha ido accediendo al mundo del trabajo de una forma más regular. Para ello, han sido determinantes los siguientes factores:
- Matrimonios a edad más avanzada.
- Planificación de la maternidad.
- Independencia de la mujer en el ámbito de la pareja.
- Aumento de la tecnología doméstica.
- Aumento de servicios personales (servicios domésticos, escuelas infantiles...).
- Incremento del consumo familiar.
- Esperanza de vida más larga.
Estos cambios económicos y sociales han mejorado la calidad de vida y han provocado un incremento del consumo. La creación de una nueva clase media con un ritmo de vida que no se puede mantener únicamente con el sueldo del hombre, ha obligado a la mujer a adquirir una formación y cualificación profesional para poder acceder a un puesto de trabajo, y ha procurado situarse a un alto nivel de competitividad para mantenerlo.
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